sábado, 1 de noviembre de 2008

No me extraña

No. No me extraña. No me extraña que David Lewis, el representante del sistema financiero británico, vaya a dejar su puesto el próximo día 7 de noviembre. Lo vaya a dejar o le vayan a echar, que todo es posible. Lo raro es que, con declaraciones como ésta, haya sido capaz de llegar a donde ha llegado. ¿Cómo se puede decir que la culpa de la crisis es de los que están "hipotecados" hasta las cejas! ¿A qué imbécil se le ocurre afirmar que fueron ellos -nosotros- quienes debimos prever que no podríamos pagar los préstamos solicitados! ¿Cómo puede ser uno tan tonto -o tan hipócrita, o tan maquiavélico- de descargar las culpas sobre los reguladores, las entidades de valoración de deuda y los consumidores en vez de atribuirlas a quienes realmente son los causantes de la crisis, las entidades financieras!

Mr. Lewis, que se burla de la ineptitud de los reguladores, debe de haber leído pocas noticias sobre la crisis. Desde luego, no parece haber visto esta fenomenal explicación en forma de cómic. Ni estas otras viñetas, que, entre otras muchas entradas en blogs y algún video humorístico, aclaran bien lo que ha ocurrido. Porque, de haberse informado convenientemente, seguro que coincidiría con nosotros, con todos nosotros, en que el problema ha sido originado por el propio sistema crediticio, por la avaricia de los bancos dicen algunos.

¿O, acaso, si yo voy al banco a pedir, no pretendo que me presten lo máximo posible y al menor tipo de interés? ¡Pues claro! Igual que hacen los bancos entre sí, cuando se piden prestado para realizar sus operaciones. Y, ¿no es menos cierto que corresponde al prestamista asegurarse de que el préstamo será reembolsado? ¡Pues claro! Si yo le presto a un amigo, o estoy seguro de que me lo devolverá, o le presto solo aquello que estoy dispuesto a asumir como pérdida. Desde luego, no le prestaré tanto como para quebrar mi situación financiera y no tener ni para comer. Y, como los bancos tienen pocos amigos, si es que tienen alguno, la deducción es fácil: se ha de prestar solo cuando se está seguro, o hay una alta probabilidad, de que el préstamo se devolverá; nunca cuando el riesgo de impago es elevado.

Así que, Mr. Lewis, ceje en sus vanos intentos de intoxicar la opinión pública, que, si alguien tuvo que velar por sus intereses, fueron las entidades crediticas. No es el "hipotecado" quien debe preocuparse (más de lo necesario) por la devolución del crédito, pues, al fin y al cabo, perderá su casa, pero podrá seguir viviendo. Es el banco quien debe asegurarse la devolución del préstamo, pues, de no producirse, perderá el dinero prestado y, quizá, dejará de tener la solvencia suficiente y entrará en dificultades. Y, si además, quiso sobre-aprovechar el auge de la construcción, que arree con las consecuencias. Ya bastante hacemos los ciudadanos, a través de los planes estatales que se están emprendiendo, con salvarle el culo (perdón por la expresión) ahora que tiene problemas. Bien sea directamente, a través de una elevación de impuestos (véase este artículo), bien sea indirectamente, como coste de oportunidad por no realizar inversiones públicas, los ciudadanos pagaremos el rescate del sistema financiero. Así que, Mr Lewis, no nos adjudique, además, una culpa que no tenemos.

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